¡Depositad las armas, las «armas psicológicas» también!

“Lo primero que se pierde en una guerra es la verdad.” Maruja Torres

“Las partes que tienen más que ganar nunca aparecen por el campo de batalla.” Naomi Klein

La guerra para quien está luchando reduce las opciones: o matas o te matan, o estás en un bando o en el otro. La guerra presenta la realidad de manera dicotómica, lleva a una simplificación extrema y a una polarización de los puntos de vista: amigo o enemigo. El soldado es entrenado a ejecutar órdenes precisamente para no tergiversarlas durante un conflicto. Solamente tienen el lujo de mostrarse neutrales los que no siendo soldados, no están bajo amenaza del fuego, y tampoco tienen intereses en favor de uno u otro bando. La neutralidad debería permitir cierta distancia y perspectiva acerca de los acontecimientos bélicos, cuanto más si el conflicto es lejano. Hoy en día, desde España podríamos estar en esta situación de observadores neutrales, externos al conflicto entre Rusia y Ucrania. Un conflicto que no tiene que ver con las fronteras españolas ni con el pueblo español, ni siquiera con uno de sus países vecinos, ni con la Unión Europea, ni con la OTAN. En principio, podríamos esperar una posición de observadores neutrales que no toman partido por un bando ni por el otro, y que documentando y reflexionando acerca de las circunstancias del conflicto podría presentarse como mediador en la resolución negociada del conflicto. La guerra es un asunto demasiado serio para tomar partido por un bando u otro sin una reflexión madura. Y una reflexión madura requiere:

  • no decidirse de manera precipitada,
  • no dejarse llevar por las emociones, basar la reflexión en hechos y no en sentimientos,
  • contrastar y buscar información procedente de fuentes relevantes de ambos lados,
  • buscar los acontecimientos precursores del conflicto,
  • e investigar acerca de los intereses profundos de cada bando.

Es un trabajo periodístico que hoy en día cada uno puede hasta cierto punto realizar por su cuenta desde casa gracias a internet y a las redes sociales.

A lo que asistimos por parte de los medias de comunicación españoles es a una polarización del debate y a una simplificación de la situación en la que todos toman partido por Ucrania. En vez de información para nutrir una reflexión madura y ponderada, a lo que tenemos acceso es a una información sesgada:

  • desde el momento cero ya se tomó el partido del país atacado (no siempre ocurre en este sentido, sobre todo si los que atacan son los EEUU),
  • información sensacional basada en las emociones (sorpresa, miedo, compasión por el pueblo ucraniano),
  • fuente única: el contraste y el acceso a la información de cada bando se ve impedido por la censura a los medias rusos y por la discredibilización de puntos de vista fuera de la línea oficial,
  • presentación de la guerra como sorpresa, inmediata e imprevisible obviando las circunstancias que la habrían originado, olvidando la historia,
  • finalmente, se presentan de manera superficial los intereses de cada uno de los bandos en el conflicto: invasión frente a lucha por la libertad.

Poner el dedo sobre una manipulación tiende a reducir su efectividad, al dejarla al descubierto. De ahí en este post la idea de depositar las “armas psicológicas” que se pueden usar en nuestra contra sin que nos demos cuenta. Personalmente, no tengo otro interés. Como la mayoría de la gente en España, no tengo familia, ni amigos, ni nada que ver ni con Ucrania ni con Rusia. Simplemente me llaman la atención las técnicas de manipulación utilizadas para presentarnos a nosotros que básicamente no tenemos nada que ver ni con Rusia ni Ucrania, una versión simplificada y orientada de la realidad para que tomemos partido por Ucrania, sin más, sin pensarlo un mínimo.

Las “armas psicológicas” en cuestión:

  1. Las falsas alternativas para guiar la respuesta: Se nos presenta una realidad maniquea con los buenos y los malos. Es una simplificación extrema que le dice al público lo que tiene que pensar y qué es lo correcto.
  2. El doble rasero: Los criterios válidos para unos no lo son para otros. Cuando Arabia Saudí bombardea Yemen, apenas resulta ser una información relevante. Cuando EEUU y la OTAN atacan países como Libia o Irak, o Afganistán, no se tacha el país agresor de invasor sino de liberador. Y en ninguno de estos conflictos se fomentó ningún movimiento de solidaridad hacia los pueblos atacados.
  3. El efecto “priming” o primado negativo consiste en introducir de manera repetida un elemento aparentemente anodino para que sin pensarlo lo vayamos asimilando: Es un tipo de anclaje como los que usa la programación neuroliguísticaa, experiencias que se van quedando en nuestra memoria implícita sin que tengamos consciencia de ello. En este caso, los rusos casualmente son los malos en infinidad de películas…. ¿Algo que de alguna manera preparó el terreno para la visión actual?
  4. La personificación: El conflicto se presenta como el enfrentamiento entre un dictador-sádico Putin frente a un presidente-coraje Zelensky.
  5. La psicologización de los actos del enemigo: Consiste en buscar una explicación psicológica individual como causa central o única. Putin buscaría revancha, actuaría por nostalgia de la URSS, tendría cáncer y actuaría por despecho, sufriría de algún trastorno mental…
  6. La diabolización del adversario: Putin es comparado a Hitler de manera a descredibilizarlo definitivamente.
  7. La utilización del miedo: El miedo provoca un cortocircuito de la parte racional de nuestro cerebro. Miedo a la guerra mundial, a la invasión de toda Europa, al uso de armas de destrucción total (guerra nuclear, bacteriológica, química).
  8. La recompensa social: El orgullo y la satisfacción de formar parte del lado del Bien. Hagamos lo que hagamos, representamos de manera exclusiva la paz, la democracia, la justicia, la compasión,… valores de los que el enemigo ruso está desprovisto.
  9. La presión del grupo, la necesidad de pertenencia o el efecto de moda: Florecen banderas ucranianas en fachadas, en esquinas durante los programas televisivos, en partidos de fútbol, y en perfiles de las redes sociales como un signo de pertenencia al grupo mayoritario o de moda.
  10. La monopolización mediática: La guerra de Ucrania suplantó la anterior línea informativa que ocupaba todos los titulares hasta hace un mes: la del COVID.

Como consecuencia de todas estas técnicas de manipulación psicológica, nos sentimos obligados a tomar partido por un bando como si formáramos parte del mismo ejército ucraniano. Esto parece propaganda de guerra, guerra de la información o guerra de cuarta generación*. Una guerra que ya no es una cosa de militares uniformados, maquinaria y bombas. Sus métodos abarcan: la mentira, la desinformación, la intoxicación, y otros engaños que buscan impregnar progresivamente las mentes del público objetivo. Se suele escuchar que las tecnologías no son peligrosas en sí mismas sino según como se utilizan. Del mismo modo las técnicas psicológicas pueden usarse para hacer el bien o hacer el mal. Si me tengo que posicionar, es en contra del uso “militarizado” de la psicología. No me dedico en este post a aportar información a favor de uno u otro bando. Mi único propósito es incidir en el aspecto psicológico. Involucrar a personas en un conflicto, en vez de cultivar una neutralidad ponderada, es como echar más leña al fuego. Polarizarse no me parece la manera de alcanzar la paz que no es otra cosa que una forma de equilibrio.

¿Y tú, qué piensas al respecto? ¿Te ayuda este post?

Usemos la psicología por el bien de todos.

Bertrand René Gerard Maridor

Psicólogo general sanitario

 

 

* Michel Drac habla de cuatro generaciones de guerras:

    1. – las guerras de “primera generación” conciernen las masas armadas con pocas armas de proyección y se enfrentan prácticamente en cuerpo a cuerpo.
    2. – las guerras de “segunda generación” aparecen con el aumento de la cadencia y la potencia de la armas de fuego, con las ametralladoras en particular. Se generaliza la capacidad de luchar y matar a distancia.
    3. – las guerras de “tercera generación” son las que conocemos como guerras de armas convencionales, posibilitadas por el desarrollo de los motores térmicos en vehículos que desplazan rápidamente grandes cargas, en este caso tropas y municiones, en importantes distancias. Permiten invasiones y destrucciones masivas a gran escala en poco tiempo.
    4. – finalmente las guerras de “cuarta generación” son las guerras de la información. En este caso, no van dirigidas contra el ejército enemigo, sino contra el pueblo enemigo, e incluso contra el propio pueblo. Las “armas” o métodos de la guerra de la información son la mentira, la desinformación, la intoxicación, y otros engaños que buscan impregnar progresivamente las mentes: para dividir y desmotivar al pueblo enemigo por un lado, y para unir al propio pueblo para que siga unido, motivado detrás de su gobierno y acepte el esfuerzo de guerra, a no ser que el pueblo sea considerado por su propio gobierno como un enemigo a someter.

Referencias:

    • Choque y simulacro, Michel Drac
    • La doctrina del shock, Naomi Klein
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