Por qué la dialéctica nos ayuda en psicología.

La dialéctica es una noción filosófica desarrollada en particular por el filósofo alemán Hegel. Personalmente, la considero una herramienta para comprender la realidad y sus cambios. Algo muy útil desde la psicología para comprender como nuestro presente está condicionado por los acontecimientos que ocurrieron en el pasado y como actuar estratégicamente de cara al futuro.

En primer lugar, me gustaría incidir en tres características de la realidad con respecto al cambio:

    1. – la medida del tiempo es el cambio, el tiempo es imparable, lo único seguro es el cambio.
    2. – algunos cambios son cíclicos, las estaciones, los días, las fases del sueño, las generaciones humanas, nuestras rutinas diarias…
    3. – todos los cambios son irreversibles, el tiempo es irreversible, no puede volver atrás.

En segundo lugar, creo que para entender la fuerza de la dialéctica hay que ponerla en paralelo con el pensamiento por aforismos. Un aforismo es una idea que puede ser brillante, pero que no se demuestra ni explica nada, se enuncia así sin más, como fruto de la experiencia. Los refranes populares, por ejemplo, son aforismos recogidos por los pueblos a lo largo de sus variadas experiencias. Los aforismos son socorridos para describir situaciones, puntualmente. Por eso hay refranes para todo, incluso contradictorios entre sí. Cuando el aforismo pretende enunciar una generalidad, no explica los casos particulares, los contra-ejemplos, es necesariamente reductor, sólo puede describir un aspecto de la realidad.

Al contrario, la pertinencia de la dialéctica viene de tener en cuenta las características dinámicas de la realidad con respecto a los cambios: su carácter imparable, cíclico e irreversible. La dialéctica reconcilia los opuestos y explica sus consecuencias. El especialista en dialéctica es Hegel. Para él toda realidad pasa por tres fases: la tesis, la antítesis y la síntesis. La tesis es como son las cosas en un momento dado, la antítesis es como se convierten en sus contrarias, y la síntesis es la reconciliación de ambas asumiendo que la realidad es más compleja que una postura tajante o su opuesta, y que se necesita de ambas como de dos piernas para caminar.

Metáfora de la dialéctica

En tercer lugar, me gustaría dar algunas pinceladas con respecto a la dialéctica y la psicología. La dialéctica es lo que explica que reaccionemos de manera diferente a un mismo estímulo, por qué nuestra primera interacción con él, afecta a la siguiente y así sucesivamente. Para comprender esto basta con preguntarnos cuantas veces nos harían gracia con la misma broma y a partir de cuando podría incluso resultar francamente molesta la broma que al principio nos hizo gracia. La dialéctica es eso, la comprensión de por qué una misma causa termina produciendo el efecto contrario. Esto tiene consecuencias prácticas en la psicología como explicar porque la estrategia de «más de lo mismo»: aplicar la misma solución de manera repetida porque nos funcionó en algún momento, suele convertirse en parte del problema.

Escuchamos a menudo que «las mismas causas producen los mismos efectos». Pero eso, sólo será válido en modelizaciones teóricas. En la vida real las cosas no son tan sencillas. Los seres vivos y los humanos en particular nos adaptamos, aprendemos de lo que vivimos y nos rodea. En otra palabra, cambiamos. De ahí que las mismas causas no vayan a producir en nosotros los mismos efectos.

Entendemos entonces la pertinencia de la dialéctica para comprender las relaciones humanas, los cambios de humor, de intereses, los cambios vitales, los cambios históricos. La realidad no es ni blanca ni negra, pero sí, alterna fases de luz y sombra. Cualquier discurso que renuncie a la dialéctica y a tener en cuenta la complejidad del cambio, está condenado a ser superficial, simplista, reductor , cuando no, extremista.

A modo de conclusión, una metáfora para visualizar y recordar acerca de la dialéctica:

  • Recurrir a la dialéctica para comprender la realidad es como usar un reloj de agujas que funciona. Sus agujas no se paran, avanzan de manera cíclica pasando con regularidad por posiciones opuestas, y nunca vuelven para atrás. Este reloj tiene en cuenta la complejidad de la dinámica del cambio y nos da la hora.
  • Recurrir al aforismo, al refrán, o una idea suelta o parcial, por muy brillantes que sean, es simplificar en exceso la realidad, tanto como lo hace el reloj que por muy bien dibujado que lo tengamos en la muñeca, nos deja en las superficie de las cosas, en las apariencias, y no da la hora más que dos veces al día.

Bertrand René Gerard Maridor

Psicólogo General Sanitario

 
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