La mentalización

Seguro que alguna vez has oído hablar del « profiling » que realizan profesionales de la policía para comprender las motivaciones y próximos pasos que van a dar los delincuentes más buscados… Lo que quizás no sabías es que su trabajo se basa en una capacidad que tenemos los humanos de adivinar o más bien imaginarnos cómo funciona la mente de los demás. Esta capacidad o actividad se llama la mentalización y la utilizamos todos los días sin darnos cuenta. Quizás una buena manera de hacerla patente consista en describir algún episodio de mentalización fallida, en este caso de un episodio de mi propia infancia:

Mi padre estaba arreglando un pinchazo de mi bicicleta cuando yo tenía 5 años. Aparecí en escena y tuvimos la siguiente conversación :

Yo : – ¿es difícil de hacer ?

Mi padre con la idea de que me interesaba la reparación y que quería participar sin atreverme a decirlo claramente : – no, ¿por qué, hijo?

Yo : – por saber, para cuando te hayas muerto.

Y me di la vuelta y me fui, contento de saber que no era difícil y dejando a mi padre con una gran incredulidad y una cara de sorpresa.

En este caso la actividad mentalizadora de mi padre produjo un contenido que no se ajustaba a lo que realmente pensaba el hijo. Vemos como mi padre no acertó en adivinar el interés mostrado ni en predecir la conducta de su hijo. Algo que se ve acentuado por la crudeza de la respuesta infantil.

¿De qué sirve la mentalización?

La mentalización es una capacidad muy importante para comprender a los demás, es la capacidad que nos permite en presencia de otra persona anticipar lo que va a decir, qué va a hacer, porque creemos saber cómo piensa y siente.

¿Cómo desarrollamos la capacidad de mentalizar?

Desde bebés asociamos nuestras acciones con las reacciones que provocan en nuestros cuidadores habituales. Gracias a sus retroalimentaciones, aprendemos a diferenciar nuestros pensamientos y emociones de los suyos, y de la realidad circundante. Antes de alcanzar la madurez, la mentalización se experimenta según tres modos prementalizadores propios de una manera infantil de abordar la realidad.

Los modos prementalizadores:

El primer modo prementalizador es de « equivalencia psíquica », consiste en pensar que las cosas son como uno piensa que son. Postula una equivalencia entre el mundo interno y el mundo externo. Un ejemplo común en la infancia es el del niño que piensa que hay un lobo debajo de su cama. Si lo piensa, es que el lobo verdaderamente está debajo de su cama.

El segundo es un « modo simulado » de entender a los demás, simulado porque presenta una coherencia reflexiva y racional, pero, no se tienen en cuenta las emociones de los demás a la hora de comprenderlos, un aspecto sin embargo, indispensable.

El tercer modo prementalizador es el « modo teleológico », que sólo le da importancia a lo concreto, a lo físico, e interpreta las intenciones en función de los resultados palpables. Por ejemplo : la persona que se siente querida porque le hagan un regalo, y no querida sin el regalo, los sentimientos y pensamientos sólo existirían para ella si se materializan de alguna forma .

Una capacidad dinámica

La mentalización que realizamos varía a lo largo del tiempo, en particular en función de nuestro nivel de activación (arousal). A partir de un mínimo de activación imaginamos de manera controlada los estados mentales intencionales propios y de los demás, pero, por encima de cierto nivel de activación (en momentos de estrés por ejemplo), la mentalización deja de ser controlada y pasa a ser automática. La mentalización automática es más rápida e instintiva pero, aumenta los sesgos de nuestra comprensión de por qué nosotros y los demás nos relacionamos y nos comportamos cómo lo hacemos.

La mentalización varía también en función de si tenemos en cuenta aspectos internos o externos, de nosotros mismos o de lo demás, de manera más emocional o más racional, en el aquí y el ahora o divagando entre pasado y futuro.

¿Y el psicólogo en todo eso?

La labor del psicólogo consiste en comprender y adaptarse a la manera de pensar y de sentir de sus pacientes para detectar y compensar los desequilibrios que les son habituales a la hora de mentalizar. La actividad de mentalización se ve afecta en particular en el trastorno límite de la personalidad, trastorno antisocial de la personalidad, en casos de madres en situación de riesgo, en trastornos de la conducta alimentaria, depresión, traumas, adicciones y adolescentes en crisis. También puede ser útil trabajar la capacidad de mentalización cuando notamos dificultades para conectar con las emociones propias y de los demás, o no somos capaces de ir más allá de las apariencias para interpretar porque nosotros mismos y los demás nos relacionamos y nos comportamos cómo lo hacemos. La mentalización es una actividad inseparable de la labor del psicólogo que la realiza de manera controlada y continuada a la hora de atender a los pacientes. Le permite acercarse lo más posible a su manera de percibir, interpretar y comprender la realidad. Se convierte en una herramienta muy útil para redefinir como abordar situaciones problemáticas.

Bertrand René Gerard Maridor

Psicólogo General Sanitario

 

Fuente: Ramos García J. Terapia basada en la mentalización (MBT) 2ª Edición actualizada, FOCAD, Edición nº 45 abril-junio 2021.

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